Descubre los secretos de cómo los medios moldean tu mundo

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¿Alguna vez te has parado a pensar lo increíblemente rápido que una idea, o incluso una noticia falsa, puede volar por nuestras pantallas y cambiar la conversación entera?

Es algo que, personalmente, me fascina y a veces, lo confieso, me preocupa muchísimo. La influencia de los medios y las redes sociales en nuestras vidas hoy es, sin exagerar, monumental.

Ya no se trata solo de informarnos; es una construcción constante de nuestra realidad, de lo que vemos, de lo que sentimos, e incluso de cómo votamos.

Observo cómo cada día la forma en que interactuamos con el mundo se moldea a través de algoritmos, memes y titulares que aparecen en la palma de nuestra mano.

Siento una mezcla de asombro y cautela al ver cómo la inteligencia artificial, por ejemplo, está redefiniendo la creación de contenido, desde artículos generados automáticamente hasta los ya preocupantes ‘deepfakes’ que desafían nuestra capacidad de distinguir lo real de lo fabricado.

Esto no es ciencia ficción; lo estoy viviendo cada día al navegar por las noticias y las plataformas. La personalización extrema, diseñada para mantenernos pegados a la pantalla, ha creado burbujas de filtro tan densas que, a veces, parece que hablamos idiomas distintos con quienes piensan diferente.

Recuerdo una vez que mi feed de noticias era tan homogéneo que me sorprendió completamente la perspectiva de un amigo sobre un tema político, ¡algo que ni siquiera se me había ocurrido!

El futuro, tal como lo veo, parece apuntar hacia una inmersión aún mayor con el metaverso y otras realidades extendidas prometiendo transformar no solo cómo consumimos información, sino cómo la experimentamos y cómo nos relacionamos a un nivel que aún no podemos comprender del todo.

¿Estaremos preparados para ese nivel de hiperrealismo y sus implicaciones éticas y sociales? Es una pregunta que me quita el sueño, y creo que la velocidad con la que estas tecnologías avanzan hace que la alfabetización mediática sea más crucial que nunca.

A continuación, lo descubriremos con más detalle.

La Evolución del Paisaje Informativo y su Huella en Nuestra Percepción

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El mundo digital se expande a una velocidad vertiginosa, y con él, la forma en que consumimos y procesamos la información ha sufrido una transformación radical.

Personalmente, recuerdo la época en que las noticias llegaban por el telediario de la noche o el periódico de la mañana, un flujo de información pausado y curado.

Hoy, es un torrente incesante que nos inunda desde que abrimos los ojos, y a veces, francamente, me siento abrumado por la magnitud de todo. Esta avalancha informativa ha alterado no solo cómo nos enteramos de lo que pasa, sino también cómo construimos nuestra propia visión del mundo, nuestras opiniones, y hasta nuestras convicciones más profundas.

He notado, por ejemplo, cómo ciertas narrativas se viralizan en cuestión de horas, moldeando la opinión pública antes de que los hechos sean siquiera verificados, algo que me genera una inquietud genuina sobre la facilidad con la que podemos ser influenciados.

La inmediatez lo ha cambiado todo, y la necesidad de discernir lo verdadero de lo falso se ha convertido en una habilidad esencial para la supervivencia en este ecosistema digital, casi como aprender a nadar en un mar de datos.

1. La Inmediatez y la Distorsión del Mensaje

La urgencia por ser los primeros en informar, o incluso en opinar, ha llevado a una carrera desenfrenada donde la veracidad a menudo se sacrifica en el altar de la velocidad.

Me ha pasado de ver un titular impactante en mi feed de Instagram, compartirlo sin pensar, y luego darme cuenta de que la información estaba incompleta o, peor aún, era directamente falsa.

Esa sensación de arrepentimiento es algo que me persigue. La distorsión del mensaje no solo se da por la rapidez, sino también por cómo se presentan las noticias: titulares sensacionalistas, fragmentos descontextualizados y la omisión de detalles cruciales se han vuelto la norma en muchas plataformas.

He aprendido a ser escéptico, a buscar fuentes diversas antes de formarme una opinión, y creo que esa es una lección fundamental que todos deberíamos incorporar para protegernos de la desinformación.

Es una habilidad que exige paciencia y un poco de trabajo extra, pero vale la pena.

2. Algoritmos y las Cámaras de Eco Digitales

Uno de los aspectos más fascinantes, y a la vez más peligrosos, de esta nueva era es el poder omnipresente de los algoritmos. Si bien están diseñados para personalizar nuestra experiencia y mostrarnos contenido que creen que nos interesará, lo que realmente hacen es encerrarnos en “burbujas de filtro” o “cámaras de eco”.

Recuerdo una vez que mi tía, con quien siempre discutía amigablemente de política, un día me dijo algo que me dejó helado: “Es que no entiendo cómo puedes creer eso, si en mi muro solo aparece lo contrario”.

Fue entonces cuando realmente entendí el alcance de estas burbujas. Nos muestran solo lo que coincide con nuestras ideas preexistentes, reforzando nuestros sesgos y limitando nuestra exposición a puntos de vista diferentes.

Esto me aísla, nos aísla, y dificulta el diálogo constructivo y la empatía. Es una experiencia que me ha hecho sentir la necesidad urgente de salir de mi zona de confort digital y buscar activamente perspectivas diferentes.

Nuevos Desafíos Éticos y la Responsabilidad Digital Colectiva

A medida que la tecnología avanza, también lo hacen los dilemas éticos que emergen. La inteligencia artificial, por ejemplo, está en la vanguardia de la creación de contenido, desde redacciones periodísticas automatizadas hasta los “deepfakes” que mencionaba antes, capaces de recrear voces y rostros con una precisión asombrosa.

Esta capacidad de generar realidades sintéticas plantea preguntas muy serias sobre la autenticidad y la confianza en la información que recibimos. Recientemente vi un video que parecía ser de un político español dando un discurso, y solo al final me di cuenta de que era una creación de IA.

La sensación fue de pura desconfianza, me sentí manipulado. Esto no es solo una curiosidad tecnológica; es una amenaza directa a la base de nuestra sociedad, donde la verdad es un pilar fundamental.

La línea entre lo real y lo fabricado se está volviendo tan borrosa que a veces, me pregunto si podremos distinguir una de la otra sin una ayuda externa.

Siento una responsabilidad personal y colectiva de abordar estos desafíos.

1. La Era de los “Deepfakes” y la Manipulación de la Realidad

La proliferación de los “deepfakes” representa un escalofrío en la columna vertebral de la confianza digital. He visto cómo se utilizan para todo, desde entretenimiento inofensivo hasta, lamentablemente, la difamación y la desinformación política.

La facilidad con la que cualquiera, con las herramientas adecuadas, puede crear contenido convincente que nunca ocurrió, es aterradora. Como creador de contenido, me preocupa profundamente cómo esto afecta la credibilidad de todo lo que vemos en línea.

Ya no podemos fiarnos de nuestros ojos o de nuestros oídos de la misma manera. Esta nueva realidad me ha forzado a desarrollar un instinto de cautela, a cuestionar la autenticidad de cada imagen o video que me llega, especialmente si es demasiado “perfecto” o impactante.

Es una carga extra de análisis que antes no teníamos, y que nos consume energía mental.

2. Desafíos en la Verificación y el Periodismo de Datos

En este escenario tan complejo, la labor de verificación se vuelve más vital que nunca, aunque también mucho más ardua. Los periodistas y las organizaciones de verificación de hechos están en una batalla constante contra la desinformación, un trabajo que, en mi opinión, es heroico.

Sin embargo, no siempre es suficiente para contrarrestar la velocidad y el alcance de la mentira. Yo mismo, en mi propia experiencia de consumo de noticias, he intentado seguir a varias organizaciones de *fact-checking*, pero a veces, la noticia falsa ya ha dado la vuelta al mundo varias veces antes de que la verificación llegue a mi feed.

Es una carrera contra el tiempo, y la verdad, a menudo, llega tarde. La necesidad de herramientas y estrategias avanzadas para el periodismo de datos y la verificación automatizada es inminente, pero siempre con el ojo humano supervisando, porque la sensibilidad y el contexto son irremplazables.

El Futuro de la Interacción Digital: Más Allá de la Pantalla

Mirando hacia adelante, el horizonte de la interacción digital se perfila con tecnologías aún más inmersivas como el metaverso y la realidad extendida (XR).

Estas prometen llevarnos a un nuevo nivel de experiencia, donde la línea entre el mundo físico y el digital se difumina casi por completo. Sinceramente, la idea me genera una mezcla de entusiasmo y aprensión.

Por un lado, la posibilidad de colaborar o asistir a eventos virtuales desde cualquier parte del mundo es fascinante; por otro, me preocupa la desconexión con la realidad tangible y el impacto en nuestras relaciones interpersonales.

Recuerdo cuando probé por primera vez unas gafas de realidad virtual; la inmersión fue asombrosa, pero al quitármelas, sentí una extraña dislocación, como si el mundo real se sintiera un poco menos “real” por un momento.

Este tipo de experiencias inmersivas, si bien ofrecen oportunidades increíbles, también nos exigen una reflexión profunda sobre sus consecuencias sociales y psicológicas.

1. Metaverso y Realidad Extendida: Nuevas Fronteras de la Información

El metaverso, con sus promesas de universos virtuales persistentes, no solo cambiará cómo jugamos o socializamos, sino también cómo interactuamos con la información y las noticias.

Imaginemos asistir a una conferencia de prensa en un espacio virtual 3D, o explorar una reconstrucción histórica inmersiva. Las posibilidades son infinitas y, para ser sincero, me emocionan mucho.

Sin embargo, esta inmersión profunda también conlleva riesgos significativos. La manipulación de la información podría ser aún más sutil y poderosa en un entorno donde nuestra percepción se ve totalmente comprometida.

¿Podremos distinguir una noticia real de una simulada cuando estamos completamente inmersos en ella? Es una pregunta que me hace pensar en la necesidad de nuevas formas de alfabetización digital y de un “código de ética” para estos nuevos mundos.

2. Implicaciones Socio-Culturales de la Inmersión Total

La inmersión total en realidades extendidas podría tener efectos profundos en nuestra psicología y en la estructura social. Si pasamos cada vez más tiempo en mundos virtuales, ¿cómo afectará esto nuestras interacciones cara a cara, nuestra empatía o nuestra capacidad para distinguir la fantasía de la realidad?

He visto a amigos sumergirse tanto en ciertos juegos online que su vida social real se ha resentido, y eso me hace pensar en el metaverso como una extensión aún mayor de esa tendencia.

La creación de identidades virtuales y avatares puede ser liberadora para algunos, pero también podría llevar a una mayor fragmentación social y a la formación de “guetos” virtuales donde las diferencias se acentúan aún más.

Es una preocupación que siento en lo más hondo, porque la conexión humana genuina, la que se da sin pantallas de por medio, es algo que valoro inmensamente.

La Alfabetización Mediática como Escudo en la Era Digital

Frente a todos estos desafíos y las promesas del futuro, me convenzo más que nunca de que la alfabetización mediática y digital no es un lujo, sino una necesidad imperiosa.

Es la armadura que necesitamos para navegar por este laberinto de información y desinformación. Ya no basta con saber leer y escribir; ahora debemos saber discernir, verificar, cuestionar y entender los mecanismos detrás de lo que vemos y oímos.

Personalmente, he intentado aplicar estos principios en mi vida diaria, enseñando a mi sobrina a no creer todo lo que ve en TikTok y a buscar la fuente original de la información.

No es una tarea fácil, pero es crucial. Necesitamos herramientas, educación y, sobre todo, una actitud crítica que nos permita ser consumidores de información activos y no meros receptores pasivos.

1. Herramientas para el Consumidor Crítico

Existen ya varias herramientas y técnicas que podemos usar para mejorar nuestra capacidad crítica. Desde extensiones de navegador que verifican la credibilidad de un sitio web, hasta aplicaciones que detectan “deepfakes” o que rastrean el origen de una imagen.

He probado algunas de ellas, y aunque no son infalibles, son un buen punto de partida. Además, desarrollar el hábito de la lectura cruzada, es decir, consultar varias fuentes sobre el mismo tema, es fundamental.

Si una noticia parece demasiado buena para ser verdad, o demasiado escandalosa, probablemente lo sea. Ese es mi primer filtro. No puedo dejar de enfatizar lo importante que es dudar un poco antes de dar por cierto algo, especialmente si te genera una reacción emocional muy fuerte.

Es una le defensa más efectiva que tenemos.

2. El Rol de la Educación y las Políticas Públicas

La educación formal tiene un papel vital en esto. Las escuelas y universidades deberían integrar de manera mucho más profunda la alfabetización mediática en sus currículos, enseñando a las nuevas generaciones no solo a consumir, sino a producir contenido de manera responsable y ética.

Pero la responsabilidad no recae solo en las instituciones educativas. Los gobiernos y las plataformas tecnológicas también tienen que asumir su parte.

Necesitamos políticas públicas que fomenten la transparencia, que luchen contra la desinformación de manera efectiva y que protejan la libertad de expresión sin caer en la censura arbitraria.

Es un equilibrio delicado, lo sé, pero uno absolutamente necesario para preservar la democracia y la cohesión social. Sin una acción coordinada, me temo que estaremos siempre un paso por detrás de la evolución de la desinformación.

Desafío Digital Actual Implicación para el Usuario Estrategia Personal de Navegación
Inmediatez y Noticias Falsas Riesgo de desinformación y sesgos. Sentimiento de arrepentimiento. Verificación cruzada de fuentes, espera antes de compartir.
Algoritmos y Cámaras de Eco Visión limitada del mundo, refuerzo de sesgos personales. Búsqueda activa de perspectivas diversas, romper la burbuja.
Deepfakes y Contenido Sintético Dificultad para distinguir lo real de lo fabricado, manipulación. Desarrollo de escepticismo, uso de herramientas de verificación.
Metaverso y Realidad Extendida Inmersión profunda con implicaciones éticas y sociales. Conciencia sobre el tiempo de pantalla, valoración de conexiones reales.

Construyendo una Ciudadanía Digital Responsable y Consciente

Al final del día, lo que realmente necesitamos es una ciudadanía digital que sea no solo consumidora, sino también productora de información de forma responsable.

Esto implica entender que cada “me gusta”, cada “compartir” y cada comentario tiene un impacto. He experimentado la satisfacción de ver cómo un simple comentario constructivo en un foro puede cambiar el rumbo de una discusión, o cómo compartir una noticia verificada puede ayudar a contrarrestar un bulo.

Es un poder que a menudo subestimamos. Ser un ciudadano digital responsable significa no solo protegernos a nosotros mismos de la desinformación, sino también contribuir activamente a un ecosistema informativo más saludable y veraz.

Esto no es solo una cuestión de “alfabetización”; es una cuestión de ética, de valores y de compromiso con la sociedad. Siento que es una batalla diaria, pero que cada pequeño gesto cuenta, y que si todos ponemos de nuestra parte, el impacto puede ser enorme.

1. La Empatía en el Entorno Digital

Uno de los aspectos que más me preocupa y en el que más intento trabajar en mi propia interacción online es la empatía. Es tan fácil caer en la trampa de la polarización, de demonizar al que piensa diferente.

Sin embargo, detrás de cada perfil hay una persona, con sus propias experiencias y perspectivas. Recuerdo una vez que estaba a punto de escribir una respuesta muy airada a un comentario que me molestó, pero me detuve y respiré hondo.

Pensé en cómo me sentiría yo al leer una respuesta así. Decidí reformular mi mensaje de una manera más constructiva, y la conversación cambió por completo.

La empatía en el entorno digital no solo mejora nuestras interacciones, sino que también contribuye a un espacio más seguro y respetuoso. Es un ejercicio constante de autocontrol y comprensión, y creo que es fundamental para construir puentes en lugar de muros.

2. Fomentando el Diálogo Constructivo y la Participación Activa

Para construir una ciudadanía digital verdaderamente robusta, debemos fomentar el diálogo constructivo. Esto significa escuchar activamente, incluso a aquellos con quienes no estamos de acuerdo, y expresar nuestras opiniones de manera respetuosa y argumentada.

Significa pasar de los comentarios reactivos a las contribuciones significativas. He visto el poder de las comunidades online cuando se unen para resolver problemas o para apoyar una causa justa, y es algo que me llena de esperanza.

La participación activa no es solo publicar; es informarse, es debatir con respeto, es verificar y es también, a veces, saber cuándo es mejor no decir nada.

Es un compromiso con el bien común digital, y es la única manera de asegurar que este espacio, que es tan parte de nuestras vidas, evolucione hacia un lugar donde la verdad, el respeto y la información de calidad sean los pilares.

Navegando la Autenticidad en un Mar de Contenido Sintético

El desafío de la autenticidad se cierne sobre nosotros, y no solo en el ámbito de los “deepfakes”, sino en cómo percibimos la realidad de las interacciones online.

Con la proliferación de bots y perfiles automatizados, la línea entre lo humano y lo artificial se diluye, haciendo que a veces me pregunte con quién estoy realmente interactuando.

Esta situación genera una sensación de desconfianza subyacente que, admitámoslo, puede ser agotadora. He notado cómo algunas campañas de desinformación utilizan redes de cuentas falsas para amplificar mensajes, y aunque al principio era difícil distinguirlas, con el tiempo he desarrollado una especie de sexto sentido para detectarlas.

Pero no todos tienen esa experiencia o la paciencia para hacerlo. Es una batalla constante por mantener la integridad del espacio digital, y siento que es una de las tareas más importantes que tenemos por delante.

La autenticidad se ha convertido en un bien preciado, y debemos protegerla.

1. La Lucha Contra los Bots y la Manipulación de la Opinión

La presencia de bots y granjas de trolls en las redes sociales es una amenaza directa a la formación de una opinión pública genuina. Estas entidades automatizadas o semi-automatizadas pueden distorsionar las conversaciones, amplificar narrativas falsas y silenciar voces disidentes de una manera alarmante.

Recientemente, durante un evento político importante, vi cómo ciertos hashtags se llenaban de mensajes repetitivos y clichés que claramente no provenían de usuarios reales.

Fue frustrante y me hizo dudar de la legitimidad de la “tendencia” que se estaba generando. Las plataformas están haciendo esfuerzos para combatir esto, pero la lucha es compleja y constante.

Como usuarios, nuestra responsabilidad es aprender a identificar estos patrones y a no contribuir a su amplificación, por muy tentador que sea compartir un mensaje que valide nuestras propias creencias.

2. Recuperando la Confianza en las Interacciones Online

Para recuperar la confianza en las interacciones online, es fundamental que tanto las plataformas como los usuarios trabajemos juntos. Las plataformas necesitan invertir más en herramientas de detección de bots y en políticas de transparencia más estrictas.

Como usuarios, debemos ser más conscientes de con quién interactuamos y exigir un mayor nivel de autenticidad. Personalmente, valoro mucho las interacciones con perfiles verificados o con personas que demuestran una presencia real y coherente a lo largo del tiempo.

Es un pequeño gesto, pero me da una capa extra de seguridad. La clave está en fomentar comunidades donde el respeto, la verdad y la autenticidad sean los pilares, y donde la participación sea genuina y constructiva.

Es un camino largo, pero creo firmemente que es posible reconstruir un espacio digital donde podamos confiar los unos en los otros.

Para Concluir

Al final, este viaje a través de la evolución del paisaje informativo nos deja una verdad ineludible: nuestra capacidad de discernir y actuar con responsabilidad es más crucial que nunca.

Siento que cada paso que damos, cada fuente que cuestionamos, y cada interacción empática que tenemos, teje el tapiz de un futuro digital más sano y veraz.

No es una utopía, sino una meta alcanzable si todos nos comprometemos a ser ciudadanos digitales conscientes y críticos, construyendo puentes en lugar de muros en este vasto universo de información.

Información Útil que Deberías Conocer

1. Verifica las fuentes: Antes de creer o compartir, busca la fuente original de la noticia. Sitios de verificación de hechos como Maldita.es o Newtral en España son tus aliados.

2. Sal de tu burbuja algorítmica: Busca activamente noticias y opiniones que difieran de las tuyas. Sigue a personas con diferentes puntos de vista para enriquecer tu perspectiva y romper las “cámaras de eco”.

3. Desconfía de los titulares sensacionalistas: Si algo suena demasiado bueno o demasiado escandaloso para ser cierto, probablemente lo sea. La calma y el análisis son tus mejores herramientas ante la información viral.

4. Practica la empatía digital: Recuerda que detrás de cada perfil hay una persona. Sé respetuoso y constructivo en tus comentarios y debates online, fomentando un ambiente positivo.

5. Protege tu privacidad: Revisa regularmente la configuración de privacidad en tus redes sociales y aplicaciones. Tu información personal es valiosa y merece ser protegida en el entorno digital.

Puntos Clave a Recordar

La era digital nos sumerge en un torrente de información sin precedentes, donde la inmediatez y los algoritmos pueden distorsionar nuestra percepción y crear cámaras de eco.

Fenómenos como los “deepfakes” y el contenido generado por IA plantean desafíos éticos serios sobre la autenticidad y la confianza, exigiendo una mayor responsabilidad digital colectiva.

La alfabetización mediática, el escepticismo constructivo y la empatía son herramientas esenciales para navegar este complejo ecosistema y construir una ciudadanía digital consciente, capaz de discernir la verdad, participar activamente y fomentar un diálogo genuino en un espacio online cada vez más exigente.

Preguntas Frecuentes (FAQ) 📖

P: La influencia de los medios y las redes sociales es, como bien dices, monumental y las burbujas de filtro nos aíslan. ¿Cómo podemos, en nuestro día a día, romper esas burbujas y asegurarnos de que estamos viendo una imagen más completa del mundo, y no solo lo que los algoritmos quieren que veamos?

R: Aquí quiero traer mi propia experiencia, porque es algo que me ha pasado y me hizo abrir los ojos. Después de darme cuenta de lo encerrado que estaba en mi propia burbuja informativa (¡lo de mi amigo, que me sorprendió con su perspectiva política, fue un shock!), empecé a hacer un esfuerzo consciente.
No es fácil, te lo aseguro. Lo primero es, aunque cueste, seguir a gente con opiniones diferentes. Al principio choca, hasta te puede molestar, pero te abre la mente de una forma increíble.
También, procuro contrastar la información. Si una noticia me llega por una red social, busco la misma noticia en, al menos, dos o tres medios diferentes, ¡y que sean de tendencias editoriales distintas!
Es un trabajo activo, casi detectivesco, pero es la única manera de no quedarse con una sola versión de la historia. Es como salir a la calle y hablar con gente de verdad, con opiniones diversas, en lugar de quedarte solo en tu salón.
Es un esfuerzo constante, pero vale la pena.

P: La aparición de los ‘deepfakes’ y el contenido generado por IA es, sinceramente, algo que me genera bastante inquietud. Si ya es difícil distinguir lo real de lo fabricado, ¿qué podemos hacer nosotros, los usuarios de a pie, para no caer en la trampa de estas manipulaciones digitales?

R: Uf, este es un tema que, de verdad, me quita el sueño a veces. Ver un deepfake es como sentir que la realidad se te escapa de las manos. Como lo estoy viviendo cada día al navegar por noticias y plataformas, mi primera defensa es una buena dosis de escepticismo sano.
Si algo parece demasiado increíble para ser verdad, probablemente lo sea. Siempre busco la fuente original del contenido. ¿Viene de un medio serio y reconocido, o de una cuenta anónima o con pocos seguidores que apenas publica?
También, si es un video o una foto, me fijo en los detalles: ¿hay movimientos extraños en los ojos, en la boca, en la piel? A veces, la calidad del audio no coincide con la del video o hay fallos sutiles que delatan la manipulación.
Y si tengo dudas, simplemente no lo comparto. Es mejor parar la cadena de desinformación que contribuir a ella. Es como cuando mi abuela me decía: “Si no estás seguro de algo, mejor calla”.
Aplica perfectamente a la era digital.

P: Con el metaverso y otras realidades extendidas llamando a la puerta, y una inmersión que promete ser total, ¿cómo podemos prepararnos individual y colectivamente para comprender y gestionar las enormes implicaciones éticas y sociales que esto traerá, y por qué la alfabetización mediática es más crucial que nunca?

R: ¡Esa es la pregunta del millón, la que me quita el sueño! Me parece que estamos al borde de una revolución que va a cambiar la manera en que vivimos y percibimos el mundo.
Sinceramente, creo que como sociedad aún no estamos del todo preparados. La alfabetización mediática, que ya mencionaba, es nuestra tabla de salvación.
Y no me refiero solo a los jóvenes, ¡sino a todos! Necesitamos aprender a pensar críticamente sobre lo que vemos, escuchamos y experimentamos, sin importar el formato o la plataforma.
Deberíamos pedirle a las instituciones educativas que integren estas habilidades desde la escuela, y a los gobiernos que promuevan campañas de concienciación pública para todas las edades.
Pero también es una responsabilidad individual. Estar informados sobre estas tecnologías, entender cómo funcionan los algoritmos que las impulsan, debatir sus riesgos y beneficios, y no dar por sentado nada de lo que percibimos.
Es como aprender un nuevo idioma para no quedarnos mudos en el futuro. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de vivir en una realidad que no entendemos del todo, y eso sí que me da escalofríos.